lunes, 26 de octubre de 2015

Adaptación del cuento "Toda clase de pieles"



Había una vez hace muchos años en un país muy lejano un reino en el que vivían felices el rey Luis y su mujer, la reina. Eran unos reyes jóvenes y se adoraban el uno al otro. Hacía poco que habían contraído matrimonio cuando una mañana de primavera recibieron la maravillosa noticia de que estaban esperando un bebé. Pasaron los meses de embarazo y los reyes estaban cada día más enamorados y más ilusionados esperando la llegada de su tan querido bebé. Una noche fría de invierno, mientras se desataba una tormenta de nieve, la reina se puso de parto. El parto se complicó y aunque las matronas pudieron salvar al bebé nada pudieron hacer por la vida de su querida reina. Cuando al rey le comunicaron el fallecimiento de su esposa pidió que le dejaran ver al bebé. Era una hermosa niña de cabello negro y ojos azules como su madre. A la niña la llamó Lara.
Pasaron los años y Lara crecía sana y hermosa jugando en los jardines de palacio. El rey Luis y la princesa disfrutaban mucho uno del otro y pasaban todo el tiempo que podían juntos. Cada año, cuando llegaba la fecha del cumpleaños de Lara, el rey le decía a la princesa que le pidiese lo que quisiera. Cuál fue la sorpresa del rey cuando Lara en su cuarto cumpleaños le dijo que lo que quería era tener una mamá. 
Después de sobreponerse a la curiosa y poco esperada petición de su hija, el rey Luis decidió ponerse manos a la obra. Durante una semana organizó bailes en el palacio para poder conocer a las distintas princesas casaderas de los reinos cercanos.  En uno de esos bailes conoció a una princesa bella e inteligente como ninguna que se llamaba Elena. Se enamoraron en el mismo instante en que se vieron y pocos meses después anunciaron su compromiso.  
La reina Elena adoraba a Lara y enseguida se empezaron a querer y a tratar con sincero amor y respeto. Se las veía jugar a menudo juntas y Lara acudía a ella en cuanto le surgía cualquier problema para buscar refugio y protección. Donde la reina y la princesa pasaban mayores horas era en la biblioteca real, donde la reina Elena le leía todos los cuentos y libros que allí se encontraban y Lara disfrutaba dejándose llevar por la imaginación con dichos relatos. Pasaron los años y Lara era ya una joven de casi 18 años cuando la reina Elena se quedó embarazada y dio a luz a una niña. No podían ser más felices.
Pero esa felicidad no duraría para siempre.
Una bruja del reino, llena de celos y de envidia por la felicidad que rebosaban sus reyes, lanzó una maldición sobre las mujeres de la familia real. La princesa recién nacida falleció a los pocos días de haberse lanzado la maldición y seguidamente la reina cayó enferma. El rey Luis, viendo como su familia se deshacía se reunió con su hija y le dijo que tenía que irse del reino. Lara no quería, le dolía en el alma abandonar a su padre y a la mujer que la había criado y a la que quería como si de su madre se tratase. Así que antes de huir le pidió a su padre que solo se iría si le daba algo de cada uno de ellos para poder llevarlo siempre con ella. EL rey accedió y le dio tres objetos.  Lo primero que le dio fue una cadena plateada que el rey siempre llevaba consigo y se la puso a la princesa en el cuello. De su recién fallecida hermana le dio la pequeña medalla dorada que le habían regalado el día en que nació y de la reina Elena le dio un abrigo de mil pieles que la protegería y la arroparía igual que la reina lo había hecho con ella.
Esa misma noche la princesa Lara arropada con el abrigo y con los dos amuletos que le había dado su padre, huyó en la oscuridad de la noche del hechizo de aquella malvada bruja.
Lara se adentró en la oscuridad del bosque y corrió durante toda la noche sin mirar atrás mientras las lágrimas rodaban por su rostro. Ya había perdido la noción del tiempo que llevaba corriendo cuando comenzó a amanecer y, completamente desfallecida, buscó un hueco en un tronco de un árbol, se arropó con su abrigo de mil pieles y cayó rendida. Así estuvo corriendo durante varias noches hasta que una mañana en la que ya no podía más le pareció escuchar el sonido de agua corriendo y siguiendo el sonido llegó hasta la orilla de un riachuelo. En cuanto vio el agua se tiro al suelo de rodillas y comenzó a beber y a refrescarse. Estaba tan ensimismada disfrutando de ese momento que no se percató de que una mujer se acerca a la orilla donde estaba ella. Cuando la mujer la vio, fue a acercarse a ella pues la vio sucia y desaliñada. En ese momento Lara, asustada, se puso la capucha de su querido abrigo y bajó la cabeza para evitar ser reconocida. La mujer le preguntó varias veces su nombre y procedencia pero no consiguió sacarle una palabra a Lara. Aún así, viendo lo joven que era y lo asustada que estaba le inspiró ternura y la mujer se la llevó con ella. Lara iba caminando al lado de la señora por el bosque cuando de repente entre los árboles apareció un espléndido castillo. Al principio Lara se asustó pensando que habían vuelto a su castillo y que la maldición iba a caer sobre ella pero pronto se dio cuenta de que ese no era su reino.

La mujer que se había apiadado de ella trabajaba dentro del palacio y consiguió un puesto para Lara como criada. Lara comenzó a trabajar allí limpiando los suelos de aquel enorme palacio. Eso sí, su abrigo y sus amuletos iban siempre con ella y solo se los quitaba en el momento del aseo. Aquel palacio pertenecía a un joven rey que se llamaba Pablo que vivía allí con su pequeño hijo que se llamaba Iván. La reina había muerto pocos meses después del nacimiento de Iván en un trágico accidente.
Un día, mientras arrodillada limpiaba el suelo de la sala de juegos, escuchó el llanto de un niño. Siguiendo el sonido del llanto se encontró en un rincón de una de las salas a un niño de no más de 2 años llorando desconsolado. Se acercó a él y le preguntó su nombre. El pequeño le dijo que se llamaba Iván con lo que Lara en seguida se dio cuenta de que tenía ante ella al joven príncipe del castillo. Le preguntó que qué le pasaba y el crio le dijo que se había perdido y que tenía miedo de andar solo por el palacio. Lara, para tranquilizarle, le contó un cuento de los que la reina Elena le solía contar a ella cuando era pequeña y consiguió entretener a Iván y hacer que se olvidase del disgusto. Cuando terminó el cuento Lara buscó en uno de los bolsillos de su abrigo de mil pieles y sacó la medalla dorada que le había dado su padre el rey Luis  y se la dio a Iván. Le dijo que la llevase siempre en un bolsillo y que cuando tuviese miedo la apretase con fuerza para acordarse de ella y así sabría que no estaba solo, que ella estaba con él. El pequeño se levantó del suelo, le dio un beso en la mejilla y, apretando la medalla, se fue.
Una noche, cuando los sirvientes, entre los que se encontraba Lara, estaban terminando de limpiar el salón donde había cenado el rey Pablo, volvió a escuchar el llanto del niño. Procedía de la habitación de Iván. Lara no pudo evitar abrir la puerta y acercarse a la cama del pequeño que estaba sentado llorando. El pequeño príncipe le contó a Lara que había tenido una horrible pesadilla. Lara cogió al niño entre sus brazos y el contó un cuento sobre hadas buenas y consiguió que se relajara. Cuando Iván ya empezaba a conciliar el sueño, Lara se quitó la cadena plateada que le había dado su padre y que ella llevaba al cuello y se la puso a Iván susurrándole al oído que cuando tuviese pesadillas aquella cadena iba a hacerle recordar que ella era su hada buena y que nada debía temer. Cuando el joven príncipe estuvo dormido, ella se volvió a poner la capucha de su abrigo y salió sigilosamente de la habitación.
A partir de aquel día, el pequeño Iván la buscaba casi a diario por los pasillos de palacio para sentarse con ella y que le contara una de sus maravillosas historias. Los dos disfrutaban mucho de la compañía del otro. Un día, estaban  los dos, el pequeño príncipe y Lara sentados en un rincón de la biblioteca tan ensimismados en el cuento que Lara le estaba contado que no notaron que alguien entraba en la sala. Cuando Lara notó que alguien les observaba levantó la mirada y se encontró con un alto y apuesto joven que apenas tendría unos pocos años más que ella. Cuando iba a decirle algo, Iván saltó del regazo de Lara al grito de ¡Papá!.  Fue cuando Lara cayó en la cuenta de que ese alto y apuesto joven que tenía ante sus ojos era el rey Pablo. Volvió a bajar la mirada al suelo y aprovechando que padre e hijo se daban un abrazo comenzó a abandonar la sala. Justo cuando estaba de espaldas a ellos el rey dijo:
-"Por fin conozco a la misteriosa mujer que tiene a mi hijo encandilado. El príncipe habla constantemente de usted y de sus cuentos."
Lara se paró y se giró hacia donde rey y príncipe se encontraban, pero seguía sin levantar la cabeza que tenía cubierta con la capucha del abrigo. El rey insistió:
-          "Quería darle las gracias por todo. Sus amuletos han hecho que mi hijo pierda muchos de sus miedos."
Cuando ya Lara se repuso del shock del momento, logró decir:
-          "Es un niño maravilloso, tiene usted mucha suerte."
El rey, que seguía sin poder verle la cara a Lara se acercó a ella y lentamente le retiró la capucha. Delicadamente levantó la cara de Lara y por fin se pudieron mirar a los ojos. El rey Pablo no podía esperar encontrarse con una mujer con una belleza tan especial. Cuando estaban los dos mirándose a los ojos apareció el pequeño Iván y tirando a Lara de la parte de debajo de su abrigo le suplicó que terminase de contarle el cuento que la entrada de su padre el rey había interrumpido. Lara se sentó en el suelo con el crio y terminó de contarle el cuento mientras no podía dejar de mirar al rey Pablo y el rey Pablo a ella.
A partir de ese momento Lara, el rey Pablo y el pequeño príncipe Iván se volvieron inseparables. La princesa Lara le contó al rey Pablo la verdad de su procedencia. Pocos meses después anunciaron su compromiso y  fueron felices para siempre.

Argumentación sobre los cambios realizados.

La adaptación del cuento la dirigiría a alumnos de tercero de Primaria ya que en la etapa imaginativa en la que se encuentran unos de sus temas favoritos de lectura son los cuentos folklóricos y por otro lado precisan de un argumento completo con su planteamiento, nudo y desenlace.
He intentado respetar los elementos principales del esqueleto de la versión de los hermanos Grimm:
- la protagonista es una adolescente que ha vivido durante su infancia protegida y feliz en su núcleo familiar.
–Por las circunstancias que la rodean, se ve obligada a abandonar el núcleo familiar.
- Sale al bosque, a realizar un viaje iniciático hacia su vida adulta.
- Esconde su verdadera identidad bajo una capa.
- Tiene que realizar tareas que no son propias de su condición.
- Encuentra el amor y forma un núcleo familiar feliz.
Los cambios que he realizado son:
- La familia que forma el núcleo familiar de la princesa no es una familia estándar sino que sería lo que ahora se conoce como familia reestructurada, habiendo una hija de un matrimonio anterior y naciendo también una nueva hermana. Creo que hoy en día es muy frecuente este tipo de familias y quería que apareciera en el cuento por un lado para darle un toque de “normalidad” y por otro porque es bastante probable que se parezca a la que pudieran tener los alumnos de sexto de Primaria.
- He eliminado el tema del incesto ya que me parece que era inapropiado e innecesario tratar y poner este tema sobre la mesa en chavales de esta edad.
- Por otro lado he metido la figura de la madrastra buena ya que me parece que no es positivo malignizar siempre la figura de la mujer en los cuentos y creo que este personaje de la reina Elena le da un toque de ternura y bondad a la historia que puede ser muy beneficioso para los niños.
- En vez de recibir la princesa varios regalos de la madre, los he cambiado por recuerdos que la princesa le pide a su padre de cada uno de los miembros de la familia.
- He añadido en esta adaptación un personaje que es el del príncipe Iván. Creo que esa relación entre el niño y la princesa es una relación pura sin trasfondos ni otras intenciones más allá que el disfrute de la propia compañía del otro y me parece un ejemplo de relación de “amistad” para los niños de esta edad.



jueves, 1 de octubre de 2015

El cartero que se convirtió en carta

El cartero que se convirtió en carta


Título: El cartero que se convirtió en carta

Autor: Alfredo Gómez Cerdá
Ilustrador: Emilio Urberuaga
Editorial: Ed.Edelvives (Col. Ala Delta)
Fecha 1ªedición: 1987

Edad en la que me baso para realizar este análisis: 6-7 años

Justificación

Este libro cayó en mis manos a principios de este verano  de manera casual, ya que es uno de los libros elegidos por el colegio de mi hija como lectura obligatoria para el curso que acaba de empezar. Como todo (o casi todo) libro que cae en mis manos no pude por menos de abrirle para echar un vistazo y lo cierto es que la ingenuidad de la historia no tardó en hacer volar mi imaginación. El autor Alfredo Gómez Cerdá tiene una extensa creación literaria infantil en su haber y eso se nota en una redacción sencilla y lineal que hace que prácticamente este libro se lea casi sin querer. La redacción de Alfredo Gómez está acompañada de unas ilustraciones que tienen casi tanto peso en el disfrute del libro como el texto en sí. Dichas ilustraciones pertenecen a uno de los grandes ilustradores españoles, Emilio Urberuaga, el creador de Manolito Gafotas.


Análisis

El formato del libro facilita su manejo por parte de los niños tanto por el tamaño del mismo como por tener las tapas blandas. En portada nos encontramos con una de las atractivas ilustraciones que acompañan y que hacen que la lectura sea más amena.  Estas ilustraciones son coloridas y alegres y aportan al lector el apoyo visual así como facilitan y animan a estos primeros lectores a mantener su atención a lo largo de esta historia. Las ilustraciones ocupan un 50 % del libro incluyendo en un par de ocasiones ilustraciones a doble página. Tal y como indica el Ministerio de Educación, Política Social y Deporte en su programa de animación a la lectura “Entre libros”, entre los 6 y 8 años los niños se encuentran en la etapa imaginativa en la que sigue predominando la imagen aunque el texto empiece a tener importancia. Por lo tanto un libro como este en el que el “reparto” entre texto e imagen está al 50% es  adecuado para los niños de 6 años. Tanto la tipografía del texto como el tamaño de las letras están bien elegidos  y son adecuadas para la edad así como el espacio que hay entre líneas ya que permite diferenciar perfectamente unos renglones de otros facilitando su lectura. Nos encontramos ante una estructura habitual formada por el planteamiento, el nudo y el desenlace.


Se tratan dos temas que pueden parecer opuestos pero que el autor consigue relacionarlos de manera increíble como son lo mágico y  bonito que es dejarse llevar por la imaginación y lo importante y necesario  de que los niños sean conscientes  de lo que pasa a su alrededor y de los problemas del mundo en el que viven.
 Según la Sociedad Española de Psiquiatría Infantil a esta edad de los 6 años el niño tiene capacidad simbólica con fragmentaciones, es decir, a veces se deja llevar por la imaginación y la fantasía pero debe comenzar ya a orientarse en la realidad. Además los intereses del niño en esa orientación a la realidad son muy variados, desde interesarse por lo que pasa en el mundo hasta  por la moralidad o el poder.

Este cuento tiene 2 personajes principales:
Emiliano, que es el cartero que a través de los remites de las cartas sueña con viajar a lejanos lugares. A parte de su capacidad infinita de viajar a otros lugares usando la imaginación y de su placer por leer revistas y periódicos, pocos rasgos se destacan en este personaje.
Nacarina es una bruja un poco cotilla a la que le gustaba hablar con Emiliano y sobre todo hacerle preguntas. Esta bruja es de las buenas, de las que tienen polvos mágicos y conceden deseos. Es más parecida a un hada que a lo que conocemos como bruja y es el personaje con el que probablemente más se puedan sentir identificadas las niñas. Este personaje está muy bien traído para esta edad ya que los niños se encuentran en la etapa imaginativa en la que comienzan a soñar y les gustan todo tipo de cuentos, aunque sienten predilección por la fantasía, como los cuentos de hadas.
Los otros 2 personajes que aparecen en el libro son Bartolo que es el conductor del tren de correos y Mercedes que es la dueña del kiosco y la que le da a Emiliano las revistas y/o periódicos para leer mientras hace tiempo a que llegue el tren de correos. Estos dos personajes apenas quedan definidos ni tienen peso en el desarrollo de la historia.


Utiliza un vocabulario sencillo y de fácil comprensión para niños de esta edad. En ocasiones utiliza juegos de palabras como: ” …los rayos de sol resbalaban por su piel de leche.”. En esta etapa  “se producen avances en el desarrollo morfosintáctico referidos sobre todo a la comprensión de estructuras complejas (como las que subyacen en los chistes o juegos de palabras)” (Mª Victoria Trianes, 1998, pág. 271)
Utiliza frases cortas que facilitan la lectura y el mantenimiento de la atención por parte de los niños. A nivel editorial, las líneas tienen como mucho 4 ó 5 palabras por lo que a simple vista transmite una simplicidad estructural que hace que el niño se anime a seguir leyendo.

Hay una frase en el libro que Emiliano repite de manera habitual que es “¡Quién fuera carta para marcharse a…a…!”. Esa repetición facilita la comprensión de la historia por parte de los primeros lectores a la par que adorna la lectura y favorece que el niño disfrute más leyéndolo.

Conclusión

El libro es muy apropiado para iniciar en el gusto por la lectura a los primeros lectores tanto por la sencillez del vocabulario como por la simplicidad de las estructuras oracionales como por el apoyo constante que ofrecen las ilustraciones. Creo que de manera acertada hay ilustraciones en todas las páginas, ya que a esta edad todavía están iniciándose en la lectura y siguen necesitando de ese apoyo visual para poder desviar la mirada durante o al finalizar la lectura de la página para afianzar el significado de lo que han leído.
Por otro lado me parece una bonita paradoja que el tema principal de un libro se animar a los niños a  que se dejen llevar por la imaginación. Creo que como maestros es básico que ese sea uno de nuestros principales objetivos en el fomento de la lectura, que sean capaces de abrir su imaginación y dejarse llevar sin miedo por cada libro.
De cara a trabajar con los niños en clase me parece que el tema de escribir cartas puede ser un recurso muy interesante y al que se le puede sacar mucho partido tanto a nivel de lectura y escritura como a nivel emocional. Los niños que hay ahora en las aulas no han recibido nunca una carta ni probablemente hayan visto a nadie escribir una carta. No saben lo que se siente cuando estás esperando una carta. En el aula se les podría animar a que se escribiesen cartas unos a otros, se podría crear un buzón que estuviese en una zona concreta de la clase y los niños cuando quisieran escribieran  cartas a sus compañeros y un día a la semana abrir el buzón y hacer la lectura de las cartas.

Bibliografía

Infantil, S. E. (s.f.). Asociación Española de Pediatría. Obtenido de http://www.aeped.es/documentos/protocolos-sociedad-espanola-psiquiatria-infantil-aep

Mª Victoria Trianes, J. A. (1998). Psicología de la educación y del desarrollo. Madrid: Ediciones Pirámide (Grupo Anaya).

Ministerio de Educación, P. S. (s.f.). Ministerio de Educación, Política Social y Deporte . Obtenido de http://fenix.pntic.mec.es/recursos/familias/acercarlectura.php?id0=6&id1=9&id2=16

Cubells F.  Evolución de los intereses del niño relación con la literatura.
(Infantil)

Centro de Orientación de Lectura. MEC (1990). Características de los cuentos según la edad y etapa del desarrollo lector.

Asociación Nacional de Editores. Libros infantiles y edición.